Ibéricos La Vega

Jamón ibérico vs jamón serrano: para que no te líen en la cafetería

Vamos a ponernos en situación. Estás en una cafetería, te sientas, pides una tostadita con jamón y el camarero te dice: «¿Ibérico o serrano?». Te quedas pillado. No quieres sonar como un novato, pero tampoco tienes muy claro qué responder. Tranquilo, aquí te dejo la diferencia de una forma sencilla para que la próxima vez respondas con seguridad.

¿De donde viene?

El jamón ibérico es de cerdo ibérico, que es un tipo especial de cerdo que infiltra la grasa en la carne, dándole ese veteado bonito y jugoso. En cambio, el jamón serrano viene de cerdos blancos, como el Duroc o el Landrace, que son más comunes y su carne es más magra. Resumen rápido: si ves que tiene vetitas blancas y parece más jugoso, es ibérico. Tambien es importante el color, el jamón ibérico es un rojo mas intenso brillante mientras que el serrano es más palido y blaquecino.

¿Qué comió el cerdo?

Aquí está la clave: dentro del jamón ibérico hay tres tipos según lo que haya comido el cerdo. El de bellota, ha vivido en la dehesa comiendo bellotas y hierbas, lo que le da un sabor espectacular. Luego está el de cebo de campo, que también ha pastado al aire libre pero con una alimentación mixta. Y finalmente, el de cebo, que ha sido criado con pienso en granjas. En cambio, el jamón serrano no se clasifica por su alimentación: todos los cerdos blancos siguen una dieta basada en cereales y pienso, por lo que su sabor es más uniforme y con menos matices.

¿Cuánto tiempo lleva esperando en la bodega?

El jamón ibérico necesita curarse como mínimo dos años (y algunos hasta cinco). Eso le da ese sabor profundo e intenso. En cambio, el serrano es más impaciente y en un añito y poco ya está listo para comer. Por eso el ibérico tiene más aroma y se deshace en la boca, mientras que el serrano es más seco y directo.

¿Y el sabor?

Si pruebas un ibérico, notarás que la grasa casi se funde en la boca y deja un sabor intenso, con toques dulces y salados que se quedan un rato en el paladar. El serrano, en cambio, es más fibroso y su sabor es más recto y salado.

En resumen...

Si quieres algo especial, un ibérico es el Ferrari del jamón. Si solo buscas algo rico sin complicarte, el serrano cumple. Pero eso sí, la próxima vez que vayas a una cafetería y te pregunten cuál quieres, ya sabes qué responder. Y si te queda alguna duda, échale un ojo al vídeo que acompaña este blog, donde te muestro las diferencias con imágenes.

Y ahora dime, ¿tú cuál prefieres? ¿Eres más de ibérico o de serrano? Cuéntamelo en los comentarios.

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